06/04/2009
Pedro Javier González
El tema de la llamada responsabilidad social empresarial adquiere cada vez mayor relevancia. Ciertamente, es imposible negar que, en cierto sentido, se ha vuelto una moda y que, incluso, algunas empresas ven en él un eficaz instrumento de relaciones públicas. No por ello se debe perder de vista que la idea de una responsabilidad de la empresa con el entorno social en que actúa parte, en principio, del reconocimiento de la empresa como parte integrantes de una realidad social más amplia, que no sólo la contiene, sino que también la determina y aun le define una identidad.
Precisamente en atención al reconocimiento de la empresa como elemento constituyente y constituido de la realidad social, en la presente coyuntura de crisis económica se impone una pregunta crucial: ¿qué significa ser socialmente responsable cuando las economías entran en una dinámica recesiva, cuando los mercados se estrechan y cuando los empleos y los ingresos de la población se contraen? No se trata de una pregunta retórica, toda vez que la responsabilidad social de la empresa no puede limitarse a ser una buena práctica, políticamente correcta, para los tiempos de “vacas gordas”. Si la responsabilidad social es algo más que una pose, su vigencia debe ser particularmente necesaria en épocas de dificultades.
La razón es obvia. Es un hecho históricamente verificable que la salida de crisis profundas como lo que actualmente aqueja a la economía mundial no puede ser el producto espontáneo de acciones individuales guiadas por la Mano Invisible. Se requiere una respuesta social o, más claramente, política; una respuesta que vaya más allá del horizonte inmediato y atisbe la necesidad de nuevos marcos de referencia y de nuevos arreglos institucionales. Es en dicho sentido que se afirma que las crisis pueden ser productivas. Sin embargo, un ejercicio semejante de renovación conceptual e institucional no es, nunca lo ha sido, un fenómeno fundado exclusivamente en la razón técnica. Implica, en esencia, un compromiso ético y político.
Mucho se ha escrito a propósito de la dimensión ética de la presente crisis. Al margen de los errores cometidos por los responsables de las políticas económicas y de las imperfecciones de los mercados, lo cierto es que el déficit ético se evidencia en una amplia gama de fenómenos subyacentes en el estallido de la crisis: el fundamentalismo ideológico de quienes en su esfera de decisión se negaron a aplicar las reglas existentes; la proclividad de las sociedades altamente desarrolladas para vivir de prestado, es decir, para consumir una riqueza mayor a la generada; la opacidad en el manejo interesado de la información por parte de las calificadoras; y, desde luego, la voracidad de un sistema financiero cada vez más desligado de las necesidades de la sociedad.
A la luz de estas consideraciones, la crisis nos ofrece una valiosa oportunidad: la de rescatar la dimensión ética de la vida económica. De esta forma, la respuesta a la pregunta acerca del significado de la responsabilidad social empresarial en el contexto de la crisis transita precisamente por el rescate de la ética, por el rescate de la pertinencia y de la rentabilidad de los valores. Así como en el plano macro el rescate de la ética Jogos de Moto Jogos de Tiro presupone la asunción de un compromiso firme con la causa de una nuevo orden económico internacional y con reglas del juego guiadas por el imperativo de compaginar desarrollo económico y desarrollo humano, en el nivel micro, en la esfera de la acción cotidiana de las empresas, el rescate de la ética significa reconocer que los valores son una guía práctica y funcional para conducir a una empresa en medio de los nubarrones de la crisis.
En este contexto, resulta estimulante y aun esperanzadora la actividad desplegada por organizaciones como la Unión Internacional Cristiana de Dirigentes de Empresa (UNIAPAC por sus siglas en francés). Fundada en 1931, la UNIAPAC ha estado firmemente comprometida, desde la perspectiva del pensamiento social cristiano, con la causa de la responsabilidad social empresarial. Ha desarrollado una intensa actividad de promoción y educación, así como un esfuerzo de reflexión encaminado no sólo a subrayar la necesidad de dotar de fundamentos éticos a la actividad económica, sino sobre todo a plasmar los principios éticos en guías de acción prácticas que hagan de los principios y de los valores fundamentos sólidos de un desarrollo empresarial armónico con su entorno social.
Fruto de su larga experiencia, en mayo de 2008, la UNIAPAC dio a conocer su documento La rentabilidad de los valores, a través del cual se expresa una Visión de la Responsabilidad Social Empresarial que, en esencia, plantea que la economía debe estar al servicio de la dignidad de la persona. Lejos de ser un ejercicio meramente académico, la idea de la rentabilidad de los valores constituye un referente para una forma de gestión respetuosa de la dignidad de las personas y de los medios necesarios para su desarrollo. De hecho, el concepto de rentabilidad de los valores ha aterrizado en una importante herramienta de autoevaluación, basada en una matriz que cruza las relaciones de la empresa con ocho grupos básicos de interés o stakeholders (distribuidores, clientes y consumidores; accionistas e inversionistas; personas que integran la empresa y sus familias, incluyendo sindicatos; proveedores; gobiernos; comunidad; competencia; y generaciones futuras) con las tres áreas básicas del ser humano, las correspondientes a sus necesidades trascendentales, a sus necesidades humanas y a sus necesidades materiales, a su vez actualizadas a través de tres líneas estratégicas, a saber: ética y transparencia, calidad de vida y generación y distribución de la riqueza.
Así pues, volviendo a la pregunta inicial respecto al significado de la responsabilidad social empresarial en el contexto de la actual crisis, para la comunidad empresarial mexicana, así como para los académicos, los líderes de las organizaciones no gubernamentales y la sociedad en general la realización en la Ciudad de México del XXIII Congreso Mundial UNIAPAC representará una valiosa oportunidad para entrar en contacto con la labor de reflexión y propuesta de esta organización y para analizar y discutir con importantes dirigentes de empresa sus experiencias en la aplicación de los conceptos y las herramientas en que se basa la idea de la rentabilidad de lo valores. Será una reunión del más alto nivel, en la que además del enriquecedora presencia de distinguidos dirigentes de empresa, líderes políticos y sociales, académicos e intelectuales, se tendrá la posibilidad de establecer un amplio diálogo sobre las implicaciones prácticas de la responsabilidad social empresarial, a partir de la rentabilidad de los valores, así como de propiciar la creación de estrategias de gestión empresarial que contribuyan a lograr una sociedad más justa y más humana.
Pedro Javier González é Licenciatura en Economía por la Escuela Superior de Economía del IPN. Maestría en Ciencia Política por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. De 1990 a 1993: Director del Centro de Estudios Industriales de la Confederación de Cám